Sacrificio
-Me encantaría –respondió con una tierna sonrisa.
No di crédito a mis oídos. Mi cabeza daba vueltas. Quise saltar, reír a carcajadas, correr y gritar por todo el instituto: ¡Ceci Suárez, la chica más hermosa que había conocido había aceptado mi invitación! Moví lentamente los dedos de mis manos antes de apretar los puños.
-¿De verdad? –pregunté con un tono que trataba a toda costa de sonar sereno y firme.
-Sí… es decir, será divertido, ¿verdad? –añadió mientras se tocaba su cabello y ladeaba el rostro.
-Por supuesto, déjalo todo en mis manos.
-Entonces, ¿nos vemos en el cine mañana a las cinco? Preferiría que fuera mañana. El domingo es día para disfrutarlo en familia y mis papás… bueno… ya sabes, ellos…
-No digas más, te entiendo –sonreí con complicidad mientras una fugaz imagen de mis padres se cruzaba por mi mente.
-Gracias –volvió a sonreír y se dio la vuelta.
La seguí hasta que estuve a la altura de la reja principal. Ella giró a la izquierda, hundiéndose entre el mar de estudiantes que, felices, corrían a la salida de la escuela, listos para disfrutar un viernes cualquiera. Yo giré a la derecha y me acerqué silenciosamente a mi amigo Alfredo, quien me esperaba sentado en una de las bancas de concreto cerca de la dirección.
-¿Y bien? –preguntó mi amigo, ansioso, mientras me sentaba a su lado.
-Dijo que sí…
-¡Excelente! ¡Felicidades! Casi estaba seguro de que te rechazaría pero bueno, me demostraste que… ¿Alex? Alex, ¿te encuentras bien? –preguntó mientras movía mi hombro.
-¡DIJO QUE SÍ, ALFREDO! ¡LE PREGUNTÉ SI QUERRÍA SALIR CONMIGO Y DIJO QUE SÍ! –contesté casi gritando eufórico, lleno de emoción.
-Jejeje. Lo sé, lo sé. Ya se me hacía raro que no expresaras nada. Te gusta mucho esa chica, ¿verdad?
-¡PERO POR SUPUESTO! ¿Has visto su cabello? ¿Su sonrisa cuando llega cada mañana? ¿Has visto cómo toma su lápiz…
-Sí, sí, ya sé: “…cómo toma su lápiz cada vez que quiere hablar, lo pone en sus labios y alza su hermosa mano para hacerse notar”. Ya lo he oído antes, mi enamorado Alex –comentó Alfredo mientras movía su cabello y sonreía.
-Es que ella es hermosa. Tan linda y tierna con la gente; tan inteligente, tan amable…
-La mayoría de la gente piensa que es un poco tonta, ¿sabes?
-Es porque no la conocen bien –contesté con un dejo de enfado-. Si se acercaran a ella se darían cuenta la clase de princesa con la que están tratando.
-Sí, sí, bueno. No quiero entrar en conflicto por ello de nuevo. Ya me bastó el discurso que me obligaste a escuchar el martes sobre las 178 razones que hacen a Cecilia Suárez la chica más perfecta sobre la faz de la tierra.
-Razón 179: es tan hermosa y buena que acepta citas de un pobre diablo como yo –añadí embelesado.
-Ok, como sea –sentenció Alfredo un poco preocupado por mi actitud-. Cambiando de tema, ¿la llevarás al cine como lo tenías planeado?
-¡Por supuesto! –afirmé con orgullo-. He ahorrado durante 4 semanas para esta ocasión tan especial…
-Y con lo codo y despilfarrador que eres, eso es un record mi buen amigo.
-… además tengo pensado llevarla a comer algo después de la función y algunas otras cosas- continué sin prestarle atención.
-Bueno, te deseo suerte. Pase lo que pase, no olvides que ya aceptó la invitación. Pudo haberte rechazado, pero te dio una oportunidad. Ahora tu trabajo es no arruinarla, ¿ok?
-¡Ok!
Aquella tarde, como era propio de cada viernes, llegué a casa, comí un poco con mi madre y hermanos y subí después a encerrarme en mi alcoba. Decidí esperar hasta que llegara papá para pedir permiso de salir el día siguiente. Tan pronto estuve solo, prendí mi computadora portátil, seleccione una lista de reproducción y, con mis audífonos, me recosté en la cama y abandoné el mundo real imaginando los detalles de la inusual aventura que el destino me deparaba. Ella y yo solos, tomados de la mano en la sala de cine. Poco a poco cerré mis ojos hasta quedarme dormido.
Desperté a las 9 menos cinco. Completamente sudad y acalorado, comprobé con fastidio que olvidé encender el ventilador. Alcancé a escuchar la risa de mi padre. Perfecto. Sin perder minuto alguno, bajé cautelosamente las escaleras y saludé a todos con cierta pesadez.
-Milagro que nos honra con su presencia, su señoría –me miró mamá con un dejo de burla-.
-Lo siento, llegué muy cansado de la escuela-.
-¡Eso dices siempre!
-Sí, bueno, pero esta vez era enserio.
-¿Entonces las otras no?-.
De mal humor debido al sueño, y sin ganas de empezar una discusión, me dirigí a la cocina por un vaso de agua de Jamaica bien fría. Al tomar el primer sorbo, me sentí mucho mejor. Al segundo, mi mal humor se convirtió en agradecimiento al saborizante artificial que había hecho posible esa deliciosa bebida.
Pasó hora y media y mis hermanos, de uno en uno, fueron subiendo a su respectiva alcoba argumentando tener un sueño tremendo. De antemano sabíamos que mentían. Tan pronto nos quedamos solos, comencé con nervio.
-Este… papá… mamá –ambos voltearon a verme. “Demonios”, pensé. “Esto es más difícil que pedirle a Ceci que salga conmigo”.
-¿Qué pasa? –preguntó papá.
-¿Habría manera de que me dejaran salir mañana en la tarde?
-Por supuesto que no –contestó rápidamente mi padre.
-Sabía que dirías eso papá. Siempre contestas lo mismo –sonreí tratando de aparentar tranquilidad mientras gotas de sudor bañaban mi frente.
-¿Se puede saber para qué? –preguntó astutamente mi madre-.
“Tenían que llegar a eso” me dije por dentro. “Aunque bueno, es lo más natural: preguntar a qué se debe la salida” pensé con fastidio.
-Es que… bueno, mis amigos me invitaron a ver unas películas, ya sabes, cosas de chicos…
Mi padre soltó un bufido.
-No me gusta cómo suena eso de “cosas de chicos” –respondió-. De seguro vas a una fiesta con alcohol y muchachas locas que…
-¡Papá por el amor de dios! No es la primera vez que me dices lo mismo. Te repito, como siempre: en primera, no voy a tomar. Juré no hacerlo. Y en segunda, te juro que no vamos con ningún tipo de prostitutas o algo así.
-Nunca dije “prostitutas” –respondió papá con rapidez-.
-Madre, por favor –volteé a verla, tratando de implorarle con los ojos a que accediera.
-Vamos a hablarlo. Vete a dormir y mañana te digo nuestra respuesta.
-Está bien –contesté con una fingida desilusión. Después de todo, la causa no estaba tan perdida.
A la mañana siguiente, a eso de las 11 de la mañana, Joaquín, mi hermano pequeño, me levantó con violencia.
-¡Alex! ¡ALEX!
-¿QUÉ? ¿Qué sucede? –respondí mientras, aun adormilado, me levantaba de un brinco.
-Nada –respondió mi hermanito con tranquilidad- mi madre dice que te levantes. Dice que si no terminas tus deberes, no podrás salir con tus amigos en la tarde.
Por un momento no supe que decir. ¡Ambos habían accedido a dejarme salir! Tan pronto recuperé el aplomo, le pegué a mi hermano con la almohada más grande que tuve a la mano.
-Ya te he dicho que no me asustes así, Joaquín –dije con enfado-. Idiota.
-Idiota tú –respondió el chiquillo mientras se sobaba la cabeza.
Tan pronto bajé terminé de preparar el desayuno (en mi casa existe la tradición de que yo prepare el desayuno sabatino), nos sentamos los cuatro en el comedor y empezamos a desayunar (mi hermana, mi hermano, mi madre y yo), me dirigí a mi madre y pregunté con alegría.
-¿Entonces sí podré salir más tarde?
-Por supuesto –contestó mamá mientras tomaba una tortilla del montón y le untaba un poco de salsa-. Tu padre viene por ti a las cuatro treinta y te recogerá a las nueve en punto para traerte a casa.
-Mmmhhh…
-¿Hay algún problema? ¿Es que acaso no puede ver adónde vas?
-No, no, para nada mamá –respondí rápidamente mientras pensaba “Algo es mejor que nada. Al menos no pagaré pasaje”.
Horas después, a las cuatro menos cinco, entré al baño a tomar una ducha. Había terminado todas mis labores, excepto lavar el coche, pero esperaba que mi madre no recordara que hacía algunos días me había dicho que de ese sábado no pasaba que lo limpiara. Me bañé con un champú olor durazno, me tallé con minuciosidad, escogí mis mejores prendas y exactamente a las cuatro con veinte bajé a la sala. Tomé mi cartera, mi reloj, mi celular, mis inseparables audífonos y me dispuse a sentarme a esperar a papá. Cuando mi madre me vio, se rio.
-¡Órale guapo! Ni con nosotros te pones así de galán.
-Sí bueno, era la única ropa que tenía –respondí con cierta vergüenza.
-Acabo de lavar toda la ropa, no trates de mentir –sonrió con astucia mamá-. Toma –añadió mientras me extendía un billete de $200- tu padre no vendrá por ti. Me dijo que te dijera que te diviertas mucho y que nada de excesos –añadió mientras sonreía-.
Mis padres. Tan sobre protectores como siempre. Tan locos como siempre. Tan buenos como siempre.
-Gracias –respondí mientras sonreía con gran alegría-. Ahora me voy.
-Bueno, está bien –dijo mi madre mientras me seguía hasta la puerta- sólo no olvides estar al pendiente del teléfono por si se llegara a requerir que… ¡ALEX! ¿¡ES QUÉ ACASO NO TE DIJE QUE LAVARAS EL COCHE!?
Palidecí. Conocía a mamá. No me dejaría irme sin terminar todos mis pendientes.
-No lo ha lavado porque hemos jugado una apuesta y me toca lavarlo a mí, mamá –se acercó rápidamente mi hermana Sara-.
-Ummh… bueno, en ese caso está bien. Pero no pasa de hoy, Sara –añadió con un dejo de amenaza mientras se daba la vuelta y volvía a sus quehaceres-.
-Pero Sara, ¿porqué? –susurré a mi hermana-.
Me miró y sonrió.
-Alfredo me contó lo de la cita.
-¡Maldito soplón traidor!
-¡Hey, hey! A las chicas no nos gusta ese tipo de lenguaje a menos que lo uses para defendernos, ¿vale? –afirmó con seguridad Sara-. Mucha suerte, al rato me cuentas.
-De verdad, gracias –respondí mientas me despedía. Ella sólo guiñó su ojo.
Antes de llegar al consorcio de negocios donde se hallaba el cine, me detuve en una florería y compré un hermoso y llamativo girasol que se exhibía en la parte de afuera del local. “Ahora sí”, me dije. “Hagámoslo”.
A las cinco con quince minutos arribé al cine. El taxi en el que viajaba tuvo que detenerse puesto que el tráfico era excesivo. Me había tomado veinte minutos más de lo planeado llegar al cine. En ese momento lamenté no saber manejar aún. Al menos habría podido pasar a recoger a mi chica y llevarla cómodamente al lugar acordado. Me enojé conmigo mismo por no poner más empeño a mis prácticas de manejo.
Di vueltas por el lugar buscando a Ceci, hasta que la encontré leyendo la lista de películas que se proyectaban. Se veía aun más bella de lo normal. Llevaba un hermoso vestido azul con flores. Su castaño pelo lacio, a diferencia del día anterior, estaba suelto y en la parte superior del mismo sobresalía un hermoso moño que adornaba y hacía ver aun más tierna a la chica. Me sentí sumamente afortunado cuando me dirigí hacia ella.
-Hola –dije cuando estuve lo suficientemente cerca de la chica.
-¡Hola Alex! ¿Listo para la película? Estuve checando algunas reseñas y ésta me parece muy interesante –añadió mientras señalaba una comedia romántica. Su voz me cautivó.
Generalmente, solía repudiar a las personas que eran tiernas o que hablaban con un tono que desentonaba con su edad. Pero con Ceci me pasaba algo diferente: su voz me hechizaba, me ablandaba.
-Me parece perfecta, y si me permites, me gustaría disculparme por la demora. El tráfico estaba terrible.
-No pasa nada, mi padre también se las vio negras para traerme hasta acá.
-¿Tu padre? ¿Sabe que estarás conmigo hoy?
-Sí, se lo conté ayer, y me dijo que te dijera que estaba acostumbrado a conocer a mis pretendientes, y que espera que la próxima vez tengas la decencia de pasar por mí a la casa y saludarle –añadió con una risita traviesa.
-Oh vaya, perdona –respondí muerto de vergüenza-.
-No pasa nada. Papá siempre me cuida mucho, pero sabe que eres de confianza. Le he hablado mucho de ti.
En ese momento mi corazón empezó a latir a gran velocidad. Pude sentirlo. De nuevo me sentí volar. Feliz, emocionado, conquistado. “le he hablado mucho de ti”. ¿Cómo alguien podía ser tan perfecto? Traté de recuperar la calma y le extendí el girasol.
-Te traje esta flor, sé bien que es tu favorita.
-Oh, bueno, ¡vaya! –respondió con cierta sorpresa y con una mirada que no supe interpretar-. No te hubieras molestado. Aun así, es hermosa.
-Lo que pasa es que... bueno, sonará tonto pero... hace mucho, hace casi dos años, te vi en el invernadero del instituto mientras juntabas muchas de estas flores mientras cantabas una canción, ¿te acuerdas de eso?
-¡Claro que lo recuerdo! Pero, ¡wau! No sabía que me habías visto –dijo con cierta vergüenza. Incluso apenado, su colorado rostro seguía siendo extremadamente hermoso.
-Sí bueno… -respondí con cierta timidez- es que siempre he puesto atención a lo que haces.
Ceci sonrió, halagada. Tomó mi mano y me jaló.
-Vamos por palomitas y refrescos para la película.
-Por supuesto señorita –respondí con alegría-.
Dos horas y media después, salimos de la sala de la película y nos dirigimos a un restaurante de comida rápida que estaba justo a la derecha del cine. Aun tenía los ojos rojos puesto que la película, además de hacerme reír mucho, al final me había hecho llorar. Curiosamente, Ceci no fue muy expresiva con respecto al filme, pero compartió conmigo su opinión al salir de la sala. Caminábamos muy juntos el uno del otro. Al llegar al restaurante, tomamos asiento en una mesa cercana a la heladería y leímos la cartilla para ordenar.
-Todo se ve delicioso, ¿no lo crees, Ceci?
-Por supuesto. Ummh… no sé que elegir. Creo que pediré una hamburguesa doble con queso extra.
La miré anonadado.
-¡Nunca imaginé que comieras algo así! –dije con agradable sorpresa-.
-Bueno, es que yo soy de muy buen comer Alex, aunque no engordo demasiado, como puedes ver.
-Nunca lo imaginé.
-Pues ya ves.
Al final pedí lo mismo y, al terminar la comida, aprovechando que fue unos minutos al baño, decidí sorprenderla comprando un helado. Cuando regresó, le entregué un vaso enorme de helado de limón.
-Sé muy bien que es tu favorito –añadí sonriendo- hace poco te vi comiéndolo con tus amigas a la salida de la escuela.
-Vaya, muchas gracias –respondió agradecida-. Así que tengo ante mí a un caballero realmente observador, ¿verdad?
-Pues eso intento damisela –respondí con ingenio.
Ambos reímos con jovialidad.
Pasamos el resto de la tarde deambulando por los distintos negocios. Curioseamos, jugamos un rato, compramos todo tipo de chucherías. Aproximadamente a las ocho y media, Ceci me dijo que debía ya regresar a casa. Como me incomodó el hecho de que estuviera oscureciendo, me ofrecí a acompañarla a su casa en un taxi. Ella no se negó. Incluso pareció alegrarse por el detalle. Al llegar a su casa, indiqué al conductor del taxi que esperara un poco. Bajé rápidamente del vehículo y abrí la puerta de Ceci. Con una sonrisa me dio la mano y la llevé hasta la puerta de su casa.
-Bueno, parece que es así como termina esta tarde Ceci.
-Así es. Fue muy divertida. Te agradezco todos los detalles. Fue un día maravilloso.
-No agradezcas nada, fue un placer. Gracias por alegrar mi día y aceptar mi invitación –respondí con sincera ternura-.
-Bueno, debo entrar ya.
-Claro, no te detengo más.
Tomé su mano una última vez y deposité un beso en su mejilla. Di la vuelta y me dirigí al taxi que me esperaba.
-¡Alex!
Detuve mi andar y volteé a verla.
-¿Qué pasa?
Sonrió y quitó el cabello que le cubría la frente.
-Gracias por todo…
-Fue un placer.
Al llegar a casa, me percaté con sorpresa de que no había nadie. Me dejaron una nota informándome que irían a casa de los abuelos un rato. “Si algo se necesita llámanos” decía. No se necesitaba nada, así que opté por prender mi computadora. Al abrir mi cuenta de correo me percaté con desilusión de que Alfredo no estaba en línea. Lástima. Tenía tanto que contarle. Estaba conectada, sin embargo, Kelly, una compañera de clase con la que solía platicar de vez en cuando. Era, además, amiga cercana de Ceci. Antes de que me decidiera a escribirle, ella me saludó.
Kelly_the-flower@mail dice:
¿Qué hay Alex? Vienes de la cita c:
Alexrocker68@mail dice:
¿Cómo te enteraste? .-.
Kelly_the-flower@mail dice:
Alfredo xD
Alexrocker68@mail dice:
Y ese individuo se dice amigo mío -.-
Kelly_the-flower@mail dice:
¿Y qué? Cuenta, cuenta. ¿Se la pasaron bien?
Alexrocker68@mail dice:
Eso creo :D. Le llevé un girasol, vimos una comedia romántica, le compré un helado de limón y nos divertimos mucho juntos :3
Kelly_the-flower@mail dice:
¡¿¡¿¡¿QUÉ?!?!?!
Alexrocker68@mail dice:
¿Qué de qué? ._.
Kelly_the-flower@mail dice:
¡Alex! ¡Ceci odia las comedias románticas, es alérgica a los girasoles y repudia con toda el alma el helado de limón! ¡Solo lo toma si la obligamos a probarlo!
Alexrocker68@mail dice:
¿¡¿Qué?!? ¡Pero ella eligió la película! Y yo mismo la vi juntando girasoles hace tiempo
Kelly_the-flower@mail dice:
Es enserio. Los girasoles le causan alergia. No sé por los habrá juntado. Creo vagamente recordar que nos mencionó que a su mamá le gustan. Supongo que fue por eso que los recolectó alguna vez.
Alexrocker68@mail dice:
¡Pero ella no me dijo nada!
Kelly_the-flower@mail dice:
¡Tú la invitaste a salir! ¡Tú tenías que saber!
Molesto, cerré la ventana sin despedirme y apagué el aparato. Mi mente era un remolino: ¿Por qué no dijo nada? ¿Por qué se quedó callada?
jjkfadsndwdnqwoinolndqw sin internet por 3 dias, regreso y encuentro una bella historia :3
ResponderEliminarespero que pronto escribas algo mas magico/sangriento
Awwww conde estaaba tan enamorada de la historia, pero el final me mato, jajaja fue tan gracioso.
ResponderEliminarSi de algo estoy segura es que eres un gran escritor & si un dia llegaras a publicar un libro, sin duda alguna lo comprare, & me avisas claro! jajaja
Nos vemos el 15 @Exactas! D:
tQm conde, te veo pronto C: