MerryGoRound

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lunes, 21 de noviembre de 2011

A veces, cuando pienso en mi vida, me imagino en una escalera eléctrica. Dejándome llevar, subiendo y bajando con gran lentitud. Puedo acelerar el paso si yo lo deseo, pero me es imposible hacer a un lado a las personas que se me adelantaron o que me preceden. Me guste o no, ellas siempre han de estar a mi alrededor, ya sea entorpeciendo mi caminar o ayudándome si es que tropiezo o estoy a punto de caer. Cuando llego a la parte más alta de la escalera, sin embargo, hay dos probables escenarios que pueden alzarse ante mi. Uno de ellos guarda novedades, artefactos que me interesan como joven y juegos que vídeo que me invitan a gastar mi tiempo a su lado. El otro escenario es aburrido, con ropa, muebles y adultos malhumorados que exigen su factura. Me puedo encontrar con cualquiera de los dos cuando llego a la cima de la escalera, todo depende de la temporada o la hora del día. Pero no importa. Al final, sólo dos factores determinarán el tiempo que soportaré en cualquier escenario. Uno de ellos es mi estado de ánimo. El otro es mi capacidad para afrontar lo diferente.

Dark Blue Sky
Capítulo II: La advertencia

Opening: Asian Kung-Fu Generation - After Dark


La enorme figura tenía su vista fija en el cielo. Parecía estar a punto de decir algo muy importante, pero continuó en silencio durante unos cuantos minutos.

Estaba aterrado. Sentado en el suelo, rodeado de conocidos y extraños, me sentía un poco, tan sólo un poco más seguro, pero sabía que si aquella cosa atacaba todos moriríamos. Aunque no mostraba signos de actuar violentamente, era gigante, y eso lo hacía peligroso. Me pareció sentir una vibración cerca de mi cintura. "Otro terremoto", fue lo primero que pensé. Tras esperar unos segundos por un sismo que jamás llegó, me percaté de que mi móvil era el que vibraba. Alguien me llamaba. Volteé a ver al gigantesco ser azul: seguía en silencio. Al ponerle más atención, me percaté de que tenía barba y bigote. Ambas características no se distinguían mucho, pero las tenía. Lo notaba por el bulto rizado que se alzaba alrededor de su boca y en sus mejillas. Portaba, además, una especie de corona. Me parecía familiar, pero no lograba recordar quién era. Revisé de nuevo mi teléfono y observé que era mi madre quien me llamaba. De seguro estaba aterrada. Contesté con lentitud y, sin esperar a oír su voz a través de la bocina, hablé.
-¿También lo ves?
-¡Hijo! ¿Estás bien? ¿No te ha hecho daño? ¿Dime cómo estás? ¿¡Qué sucede!?
-Tampoco lo sé- respondí susurrando, como queriendo evitar que aquello me escuchara- pero estoy bien. 
-Hijo, ¿qué harás?
-No lo sé madre. Pero si algo llegara a pasar- se me quebró la voz- no te preocupes.
-¡César! ¿A qué te refieres? ¡No va a pasar nada! ¡Ven a casa lo más rápido posible, tus hermanos están aquí conmigo! ¿Me escuchas? ¡SALVAD...
No la dejé terminar y colgué. Era mejor así. Si aquella figura se decidía a atacar prefería que mi madre no lo escuchara. Con los murmullos a mi alrededor era ya suficiente. Una chica aparentemente mayor que yo, que estaba a mi lado, empezó a rezar. Me limité a recargarme en el auto. Si el fin estaba cerca, prefería llegar a él con prisa y sin dolor. Una voz, varios metros atrás de mi persona, gritó a aquél ser. Otros se le unieron, en un intento por fingir valentía.
-¿Qué es lo que quieres?
-¿Quién o qué eres?
-¿A qué has venido? ¡Lárgate!

Pero hubo una muchacha, una chica cuya voz se alzó ante las demás. Trataba de abrirse paso ante la multitud de estudiantes que observaban el cielo, y gritaba mientras corría.
-¡JESÚS! ¡JESÚS! ¡HAS REGRESADO, JESÚS!

Todos volteamos a verla. Corría con auténticas lágrimas de alegría, y cuando se hubo acercado lo suficiente, se hincó en el suelo mientras levantaba ambas manos, como queriendo mostrar que estaban limpias. Levantó su mirada hacia el cielo y gritó de nuevo.
-¡YO LO SABÍA, SABÍA QUE VOLVERÍAS! ¡HAS VUELTO PARA DECIRNOS LA VERDAD! ¡HAS VUELTO POR MANDATO DE TU PADRE!

Se hizo un silencio sepulcral mientras la muchacha hablaba. Ella siguió gritando, pero yo ya no la escuchaba. Mi mirada se hallaba fija en aquél que llamaban Jesús. Nunca supe mucho sobre él. Conocía superficialmente la historia de su vida y muerte, pero desconocía los detalles que lo habían hecho tan conocido en su época y en la nuestra. Aun así, sabía lo importante que era para mucha gente. Era el hijo de Dios. Naturalmente había que adorarlo y respetarlo.

Gritos de asombro y admiración me sacaron de mis pensamientos. La figura había volteado a ver a la muchacha, y estaba agachándose poco a poco. Mientras le observaba, me di cuenta de que no parecía tener pies. Sólo podían verse su pecho, brazos, piernas y rostro. Mientras se acercaba a la muchacha, todos pudimos darnos cuenta de que lloraba.
-¡He aquí una hija de mi padre que se acerca al reino de los cielos!

La enorme figura, una vez que estuvo agachada, bajó su rostro varios metros hasta estar a la altura del suelo, cerca de la muchacha. Una vez allí, y ante la mirada extasiada de la chica, aquel ser depositó un beso en su nuca. Se elevó de nuevo y extendió ambos brazos.
-¡Mi padre siempre ha amado a sus hombres, su más bella y peligrosa creación! ¡Pecado y dolor se ha hecho uno en la Tierra! ¡Mi mensaje, el pensamiento de mi padre, se ha tergiversado! ¡El hombre debe apoyar al hombre, sin barreras o fronteras! ¡El peligro se acerca, se acerca desde muy lejos! ¡Sólo aquellos que descifren el verdadero mensaje del pasado habrán de entender la importancia de mi llegada! ¡No existen templos, religiones o razas! ¡Mi padre os ha hecho diferentes a cada uno! ¡En sus diferencias radican sus posibilidades! ¡Amor, odio y paz nunca van de la mano, una sigue a la otra! ¡La respuesta se halla en la tumba que abre la octava llave!

Y, tras decir esto último, la figura desapareció. Fue todo rápido, pero alcancé a distinguir que se elevaba con rapidez mientras se convertía en una especie de estrella. El cielo se aclaró y, ante nuestra sorpresa, el sol iluminó nuestros rostros. Todo parecía normal de nuevo.

Froté mis ojos como queriendo despertar de un mal sueño, pero al abrirlos de nuevo me hallé sentado cerca del auto, justo como lo estaba escasos segundos antes. No cabía duda: de verdad había sucedido. La gente a mi alrededor empezaba a levantarse. Unos corrieron de un lado a otro, agradeciendo estar vivos. Otros se abrazaron y besaron. La muchacha que se había acercado al extraño ser se había levantado. Con sus manos cerca del pecho, susurraba algo con los ojos cerrados. No tardé mucho en entender que estaba orando. Varios la siguieron, colocándose a su lado, mientras otros trataron de tocar su nuca. 
-¡Ha sido besada por Jesús!
-¡Ha recibido el regalo de un Santo!

Varios intentaron elevarla. Ella se negó. Seguía orando. Todo era un caos, no supe que decir o hacer. 
-¡Dios por fin ha regresado! ¡Ha enviado a su hijo, a Jesús de Nazaret!

Todos parecían rebosantes de un júbilo que iba más allá de la simple felicidad. Era la fe la que controlaba ahora sus emociones. Observé mis manos y piernas. Todo estaba en su lugar, pero por fin había conocido a Jesús. No tenía ni idea de que debía hacer. ¿Era esa la tan ansiada llegada del salvador a nuestra planeta? ¿Era acaso el inicio de nuestro fin? ¿Significaba entonces que estábamos listos para conocer, de una vez por todas, al maestro que nos había dado la vida?

Mi teléfono vibró de nuevo, pero esta vez tardé en contestar. Estaba anonadado, atontado. Contesté, pero lejos de escuchar la voz de mi madre, un tono masculino y muy conocido me recibió con una pregunta cargada de emoción y miedo.
-¿Dime que tu también lo viste?- preguntó con lentitud Fermin Leonel Martínez Guzmán.
-También lo vi... a Jesucristo.

Ending: UNLIMITS - Haruka Kanata

*Las canciones utilizadas no son de mi propiedad. Pertenecen a su respectiva disquera, y sólo las empleo para compartir con otros usuarios. Todos los derechos para Tv Tokyo y sus respectivos dueños.

2 comentarios:

  1. Qe mamon, te volaste la barda o.o la neta estuvo bien chingon xDDD me lo imagine como el reii de carlos V xD haha

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